37

37

Sí, ¡ya preveo objeciones! Veo a un historiador del arte o a un etnólogo preparándose para librar batalla, con cifras o genealogías en las manos, sobre todo lo antes manifestado. Puedo ver a un individuo con gafas portador de un jarrón indio o chino con un meandro o un epistilo muy semejante a la pequeña y elegante cenefa griega, exclamando: «Y bien, ¿y esto qué? ¿Acaso la India (o China) no forman parte de Oriente?». Todavía peor, ese jarro o plato puede resultar ser de Egipto o de cualquier otro lugar de África, de Patagonia o de América Central, y entonces se producirá un chaparrón de pruebas y de hechos incontrovertibles en demostración de que la cultura preislámica era figurativa y que, por consiguiente, en este aspecto Occidente va simplemente rezagado con respecto a Oriente, que el ornamento es por definición no funcional, y que el espacio es mayor que el tiempo. O que yo, sin duda por razones políticas, sustituyo la historia por la antropología. Algo por el estilo, o peor.

¿Qué puedo responder a ello? ¿Y necesito decir algo? No estoy seguro, pero de todos modos señalaré que si no hubiera previsto estas objeciones no habría tomado la pluma… que para mí el espacio es, en efecto, a la vez menor y menos caro que el tiempo. No porque sea menor, sino porque es una cosa, en tanto que el tiempo es una idea sobre una cosa. Y al elegir entre una cosa y una idea, siempre hay que preferir la última, según mi opinión.

Y también preveo que no habrá jarrón, ni genealogías, ni plato, ni individuo con gafas. Que no surgirán objeciones, que el silencio reinará con carácter supremo. Menos como signo de asentimiento que como uno de indiferencia. Por lo tanto, afeemos un poco nuestra conclusión y añadamos que una conciencia del tiempo es una profunda experiencia individualista. Que en el transcurso de su vida toda persona se encuentra más tarde o más temprano en la situación de Robinson Crusoe, tallando muescas y tras haber contado por ejemplo siete de ellas, o diez, cruzándolas con una línea. Tal es el origen del ornamento, prescindiendo de civilizaciones precedentes o de aquella a la que pertenezca esta persona dada. Y estas muescas constituyen una actividad profundamente solitaria, que aisla al individuo y le impulsa hacia una comprensión, si no de su unicidad, sí al menos de la autonomía de su existencia en el mundo. Esto es la base de nuestra civilización, y esto es de lo que Constantino se alejó camino de Oriente. De la alfombra.



Добавить комментарий

  • Обязательные поля обозначены *.

If you have trouble reading the code, click on the code itself to generate a new random code.