45

45

Por su propio bien, me gustaría pensar que no dejaron que sus esperanzas rayaran a demasiada altura. Tal vez mi madre cayera en esto pero, si fue así, esta postura tuvo que ver con su propia dulzura, pese a que mi padre no debía perder ocasión para señalárselo. («No hay nada que compense menos, Marusia -solía replicarle-, que hacer proyectos.») En cuanto a él, recuerdo que una tarde soleada fuimos juntos al Jardín de Verano cuando yo tenía ya veinte o quizá diecinueve años. Nos paramos ante la glorieta de madera donde la Banda de la Marina estaba interpretando viejos valses, puesto que él quería sacar unas cuantas fotografías de la banda. Aquí y allá había estatuas de mármol blanco, sobre las que se proyectaban sombras de dibujos que las situaban entre la cebra y el leopardo, mientras la gente paseaba lentamente sobre la grava que cubría el suelo, los niños gritaban junto al estanque y nosotros hablábamos de la guerra y de los alemanes. Contemplando la banda, me encontré sin saber cómo preguntándole qué campos de concentración eran peores en su opinión, si los nazis o los nuestros.

– En lo que a mí respecta -fue su respuesta-, preferiría ser quemado ahora mismo en la hoguera que morir de una muerte lenta y descubrir un sentido al procedimiento empleado.

Y continuó sacando fotografías.

(1985)



Добавить комментарий

  • Обязательные поля обозначены *.

If you have trouble reading the code, click on the code itself to generate a new random code.