25

25

Los hombres de aquella generación eran los hombres del o esto/o aquello. A ojos de sus hijos, mucho más versados que ellos en transacciones con la propia conciencia (muy provechosas en ocasiones), aquellos hombres parecían bobalicones. Como he dicho, no tenían mucha conciencia de su propia persona.

Nosotros, sus hijos, fuimos educados -o, mejor, nos educamos a nosotros mismos- en la creencia de la complejidad del mundo, en la importancia del matiz, de las sugestiones, de las zonas grises, de los aspectos psicológicos de las cosas. Ahora, llegados a la edad que nos hace iguales a ellos, adquirida la misma masa física y con vestidos de la misma talla que ellos llevaban, vemos que todo se reduce precisamente al o esto/o aquello, al principio del sí/no. Nos llevó casi una vida entera entender lo que ellos, al parecer, habían sabido desde el principio: que el mundo es un lugar sumamente desapacible y que no merece nada mejor. Aquel «sí» y «no» abarca muy bien, sin dejar nada fuera, toda aquella complejidad que nosotros descubríamos y estructurábamos con tanta fruición y que casi nos costó nuestra voluntad.



Добавить комментарий

  • Обязательные поля обозначены *.

If you have trouble reading the code, click on the code itself to generate a new random code.