10

10

Escribo esto en inglés porque quiero concederles un margen de libertad, un margen cuya amplitud depende del número de los que están dispuestos a leerlo. Quiero que Maria Volpert y Alexander Brodski cobren realidad bajo «un código de conciencia extranjero» y quiero que los verbos de movimiento del inglés describan sus movimientos. Esto no servirá para resucitarlos, pero, por lo menos, otras gramáticas pueden demostrar ser mejores rutas de escape de las chimeneas del crematorio estatal que el ruso. Escribir sobre ellos en ruso sería sólo ampliar su cautividad, su reducción a la insignificancia, cuyo resultado no podría ser otro que la aniquilación mecánica. Sé que no habría que comparar el estado con el idioma, pero fue en ruso que dos viejos, que se arrastraron durante doce años por las numerosas cancillerías y ministerios del estado con la esperanza de conseguir un visado para ir al extranjero a ver a su único hijo antes de que les llegara la muerte, oyeron la respuesta que les reveló que el estado consideraba aquella visita «fuera de lugar». En todo caso, hay que admitir que la repetición de una manifestación tal demuestra una cierta familiaridad con la lengua rusa por parte del estado. Por otra parte, si yo hubiera escrito en ruso todas estas cosas, las palabras no hubieran visto nunca la luz del día bajo cielo ruso. ¿Quién iba a leerlas? ¿Un puñado de emigrados cuyos padres han muerto o morirán un día en circunstancias similares? Ya conocen la canción, ya saben qué es no dejar que un hombre vea a sus padres en su lecho de muerte, ya conocen el silencio que sigue a una petición de un visado de emergencia para asistir al entierro de un familiar. Y además, es demasiado tarde: un hombre o una mujer ya han colgado el teléfono y han atravesado la puerta de sus casas para sumirse en la tarde del país extranjero, sintiendo dentro de ellos algo que ninguna lengua sabría expresar, ni ningún lamento reproducir… ¿Qué podría decirles?

¿Cómo podría consolarles? No hay ningún país que domine como Rusia el arte de la destrucción de sus súbditos y un hombre con una pluma en la mano no puede remediar la situación. No, ésta es una labor que debe hacer el Todopoderoso y para ella dispone de todo el tiempo. Que el inglés, pues, sea la lengua que cobije a mis muertos. En ruso leeré, escribiré poemas o cartas, pero para Maria Volpert y Alexander Brodski el inglés ofrece algo más parecido a la vida después de la muerte, tal vez la única que existe, salvo la mía propia. Y en lo que se refiere a esta última, escribir en esta lengua es como lavar platos: es terapéutico.



Добавить комментарий

  • Обязательные поля обозначены *.

If you have trouble reading the code, click on the code itself to generate a new random code.